Sor Juana Inés de la Cruz - "Hombres necios que acusáis" (finales del siglo XVII)
Arguye de inconsecuentes el gusto y la censura de los hombres, que en las mujeres acusan lo que causan.1
Hombres necios que acusáisa la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis:
si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien 2
si las incitáis al mal?
Combatís su resistencia
y luego, con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia. 3
Parecer quiere el denuedo 4
de vuestro parecer loco
el niño que pone el coco
y luego le tiene miedo. 5
Queréis, con presunción necia,
hallar a la que buscáis,
para pretendida, Thais,
y en la posesión, Lucrecia. 6
¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo,
y siente que no esté claro?
Con el favor y desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien.
Siempre tan necios andáis
que, con desigual nivel,
a una culpáis por crüel
y a otra por fácil culpáis.
¿Pues como ha de estar templada7
la que vuestro amor pretende,
si la que es ingrata, ofende,
y la que es fácil, enfada?
Mas, entre el enfado y pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y quejaos en hora buena.
Dan vuestras amantes penas 8
a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.
¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada:
la que cae de rogada,
o el que ruega de caído? 9
¿O cuál es más de culpar,
aunque cualquiera mal haga:
la que peca por la paga,
o el que paga por pecar? 10
Pues ¿para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.
Dejad de solicitar, 11
y después, con más razón,
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar. 12
Bien con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo. 13
Notas:1. Califica de incompatibles los deseos de los hombres y sus críticas a las mujeres, pues son ellos quienes provocan los defectos que les reprochan a ellas.
2. ¿cómo queréis que obren bien?
3. Los hombres combaten la resistencia de las mujeres hasta seducirlas, pero, una vez conseguido, las acusan de ser indecentes (livianas), cuando en realidad han sido ellos quienes han provocado con su empeño (diligencia) que las mujeres se entreguen.
4. denuedo: insistencia.
5. Por los huecos de su cáscara el coco recuerda a la cara de un fantasma, algunos niños lo utilizan para asustar a la gente. Los hombres, en su actitutd con las mujeres, son como un niño que usara un coco para asustar y luego tuviera miedo de él.
6. Al hombre le gusta que la mujer sea sensual y desenfrenada cuando sólo la quiere como compañera de cama, pero exige pureza absoluta en la mujer con la que se ha de casar. Sor Juana Inés señala esta contradicción recordando a dos personajes antiguos de actitud opuesta: Thais, cortesana griega famosa por su desparpajo sexual, y Lucrecia, casta noble romana que, tras ser violada, se suicidó porque no pudo soportar su deshonra.
7. templada: serena, tranquila.
8. amantes penas: quejas amorosas con que se convence a una mujer.
9. ¿Quién es más culpable cuando dos se entregan a una apsión inadecuada: la mujer que sucumbe después de que un hombre le haya suplicado mucho o el hombre que, caído en la pasión desde el primer momento, ruega sin cesar a la mujer?
10. ¿Quién es más culpable: la prostituta que cobra por su amor o el cliente que paga por pecar?
11. solicitar: pedirle a alguien una relación amorosa.
12. y entonces criticarán injustamente la insistencia de la mujer que les vaya a suplicar amores. El hombre sólo podrá quejarse cuando sea la mujerquien busque su amor y no a la inversa.
13. Comprende bien (bien fundo) que la arrogancia de los hombres es muy poderosa (lidia con muchas armas), pues en las súplicas y promesas (promesa e instancia) que les hacen a las mujeres se concentran el diablo, la carne y el mundo, que son los tres enemigos del alma según la doctrina católica.
La época de la Colonia motivó el que escritores españoles se interesaran por la Nueva España. Descubre más en torno a la literatura de esta época...
Mientras avanzaba la Colonia, más específicamente el periodo barroco, las dos Españas, la Vieja y la Nueva tendieron a parecerse más entre sí, pero hubo entre ellas grandes contrastes. Muchos escritores españoles quisieron venir a las nuevas tierras: el mismo Cervantes solicitó en vano diversos puestos en los reinos de ultramar, el altísimo místico San Juan de la Cruz estaba ya preparando su salida cuando la muerte le cerró el camino, y otros literatos, como Juan de la Cueva, Tirso de Molina y el ingenioso Eugenio de Salazar pasaron algunos años en las nuevas tierras.A veces algún artista sumaba su presencia permanente a la influencia que sus obras ejercían en la cultura barroca del Nuevo Mundo, sin embargo la expresión literaria novohispana tiene insuperables exponentes en Carlos de Sigüenza y Góngora, Sor Juana Inés de la Cruz, Bernardo de Balbuena, Juan Ruiz de Alarcón, Francisco Bramón, Miguel de Guevara -michoacano al que se le atribuye el famoso soneto "no me mueve mi Dios para quererte", que no es ni de San Juan de la Cruz, ni de Santa Teresa- y hasta fray Juan de Torquemada.
Hablando del barroco literario podemos hacer algunas consideraciones:El rasgo quizá más acusado del barroco literario es, quizá, el contraste. Este claroscuro, que en las obras se manifiesta como paradoja, contradicción y utilización de tesis y antítesis, es casi un síntoma inequívoco de la utilización barroca de la lengua: pensemos, por ejemplo en el soneto de Sor Juana Inés de la Cruz: "al que ingrato me deja busco amante, / al que amante me sigue dejo ingrata/constante adoro a quien mi amor maltrata; / maltrato a quien mi amor busca constante", en él, tanto el tema como las palabras usadas son demostración absoluta de el uno y su contrario.El escritor no pretende la originalidad, concepto que ni en el Renacimiento ni el barroco importan como hoy, sino por el contrario, la noción demímesisoimitatio, que en claro español es "parecerse, imitar los modos o los gestos", era muchas veces lo que otorgaba al escritor su buena factura y reputación. Esto garantizaba la erudición y el prestigio del que escribía una obra. En general, el cronista manifiesta sus fuentes y destaca a los autores que influyen en él.Suelen establecer la analogía, para insertar lo propio dentro de un contexto universal. Por ejemplo, Sor Juana sigue los lineamientos convencionales del código analógico barroco tradicional: cuando se trata de homenajear a alguien, por ejemplo en el caso delNeptuno Alegórico,lo equipara a una deidad clásica.La lírica, era el género más popular de la época, y entre ella, el soneto tiene un lugar especial. También se cultivaron otros géneros, por supuesto: la crónica y el teatro, la disertación y las letras sagradas y otras obras de arte menor.Los poetas barrocos, con sus argucias, utilizan lo paradójico, lo antitético, lo contradictorio, lo exagerado, lo mitológico, el impacto literario, los efectos tremendistas, las descripciones sorpresivas, la exageración. También hacen juegos y caprichos literarios como anagramas, emblemas, laberintos y símbolos. El gusto por la exageración lleva al artificio o, barrocamente diríamos, viceversa.Los temas pueden variar pero en general hablan de los contrastes entre sentimiento y razón, sabiduría e ignorancia, cielo e infierno, pasión y calma, temporalidad, la vanidad de la vida, lo asparente y lo verdadero, lo divino en todas sus formas, lo mitológico, lo histórico, lo erudito, lo moral, lo filosófico, lo satírico. Hay un énfasis culterano y un pronunciado gusto por la retórica.
El darse cuenta de que el mundo es una representación, una mascarada, es uno de los triunfos del barroco dentro y fuera de la literatura.
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