Juego de villanos.
La muerte se puso una cara de monstruo
una cara de monstruo horribleesperó y esperó detrás de la esquina
salió al fin de la sombra como un trozo de sombra
y el niño huyó más rápido que su propio alarido.
Entonces la muerte se puso otra cara
una vieja cara de mendigo
esperó y esperó enfrente de la iglesia
extendiendo la mano y gimiendo su pena
y el niño no supo qué hacer con su piedad.
Entonces la muerte se puso otra cara
una cara de mujer hermosa
esperó y esperó con los brazos abiertos
tan maternal tan fiel tan persuasiva
que el niño quedó inmóvil de susto o de ternura.
Entonces la muerte sacó su última cara
una cara de juguete inocente
esperó y esperó tranquila en la bohardilla
tan quieta tan trivial tan seductora
que el niño le dio cuerda con una sola mano.
Entonces la muerte se animó despacito
más traidora que nunca y le cortó las venas
y le pinchó los ojos y le quitó el aliento
y era lo único que podía esperarse
porque con la muerte no se juega.
*Mario Benedetti, INVENTARIO, Editorial Nueva Imagen, 1979.
La vida Mario Benedetti estuvo marcada por la literatura y por el compromiso con sus prójimos. Nacido en Paso de los Toros (Tacuarembó) el 14 de setiembre de 1920, fue una figura clave de la Generación del 45, también conocida como “la generación crítica”.
En la adolescencia conoció a Luz López Alegre, con la que se casará y compartirá 60 años de su vida.
A través de obras emblemáticas como La Tregua (novela), Montevideanos (cuento), Poemas de la oficina, o Literatura Uruguaya Siglo XX (crítica), se transformó en uno de los autores uruguayo más reconocidos. Sin embargo, no siempre vivió de la literatura. Trabajó desde los 14 años en oficios tan diversos como cadete de un comercio de venta de repuestos de autos, administrativo en una inmobiliaria, taquígrafo, o empleado público.
A inicios de los setenta estuvo a cargo de una cátedra en la Facultad de Humanidades y Ciencias, de la Universidad de la República. El Golpe de Estado de 1973 lo obligó al exilio. Primero en Buenos Aires, luego en Lima, en La Habana y en España (Palma de Mallorca y Madrid), fue siempre una voz disidente con el autoritarismo y defensora de los derechos humanos.
Fuera del país, su producción literaria continuó en todos los campos, alcanzando los puntos más altos de su poesía (La casa y el ladrillo), una de sus mejores novelas (Primavera con una esquina rota) y su obra teatral más representada (Pedro y el Capitán). Proyecta en la prensa internacional, en especial en El País de Madrid, la tarea periodística que había ejercido en Uruguay.
En 1985, con el retorno de la democracia, regresa a Uruguay, renovando el mutuo flujo de cariño con sus lectores locales. Es co-fundador del semanario Brecha y acompaña todas las acciones de la sociedad uruguaya para el esclarecimiento de los crímenes de la dictadura. Brinda recitales masivos, tanto de poesía como de poesía y música, como ocurre con A dos voces, espectáculo que realiza con Daniel Viglietti. El disco El Sur también existe, de Joan Manuel Serrat sobre poesía de Benedetti, retoma la senda de las musicalizaciones de gran impacto popular, como habían sido años antes las realizadas por Alberto Favero y cantadas por Nacha Guevara, o aquel "Cielo del 69", musicalizado por Numa Moraes y grabado por Los Olimareños.
Sus últimos años están acompañados de reconocimientos internacionales y nacionales. Fallece en Montevideo el 17 de mayo de 2009. Por testamento, deja creada la Fundación que lleva su nombre, para que promueva la literatura y los derechos humanos, en especial los esfuerzos para dar con el paradero de los detenidos desaparecidos.
( Extraido de https://fundacionmariobenedetti.uy/mariobenedettibio/)
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