sábado, 5 de julio de 2014

QUINTO AÑO Tronco común. BIBLIA(Información general)

DENOMINACIÓN 

La voz Biblia, nombre femenino y singular en la mayoría de las lenguas modernas, es neutro y plural en la forma griega de la cual procede. En su origen, significó los libros. Hoy se lo emplea como un superlativo excepcional: el libro o libro de los libros, es decir, el libro por excelencia. 
También, y atendiendo a su valor religioso, se la denomina Sagradas escrituras y Libro 
santo. Los hebreos, por su parte, la llamaban TNK, letras iniciales de los nombres de los tres 
grandes grupos en que distribuían los libros: Torah, Nebiim, Ketubiim, es decir, Ley, Profetas y Otros escritos.

CARACTERÍSTICAS 
Es una obra múltiple pues consiste en una colección de muchas otras de diferentes 
épocas, autores y géneros, escritas en varias lenguas; sin embargo, todas ellas logran una 
unidad que permite considerarlas no como libros totalmente independentes sino como 
partes armónicamente trabadas de un todo. Los autores, de variada cultura y tendiendo a 
distintos fines, trataron diversos temas, en prosa y en verso, y sus obras tienen las 
características personales de su estilo y las peculiares de su época. 


UBICACIÓN 
Si bien la Biblia pertenece a la literatura hebrea, no deben confundirse algunos conceptos: el 
de literatura hebrea es mucho más amplio, pues comprende todas las manifestaciones 
literarias del pueblo hebreo durante las diferenfes etapas de su historia, mientras que la Biblia es sólo una parte de esa literatura, seguramente la más famosa e importante: la literatura sagrada. 
En síntesis, la Biblia es la colección de los libros sagrados de la literatura hebrea 
compuestos en diversas épocas y por diversidad de autores y en lenguas distintas, cuya 
unidad la da el carácter sagrado de los mismos. 

LENGUAS 

Tres lenguas han sido usadas en la composición de la Biblia: hebrea, aramea y griega. 
La hebrea, de origen semita, que fuera durante siglos una lengua viva, suplantada después en
el habla corriente por el arameo, se conservó como lengua sagrada. Hoy, el moderno estado 
de Israel, le devolvió su condición primitiva al hacerla su idioma oficial. 

UNIDAD – INSPIRACIÓN 
La Biblia es el libro sagrado del pueblo hebreo y conserva ese carácter para los grupos 
religiosos enraizados en la religión hebrea, como lo son los cristianos de las diversas 
confesiones (católicos, protestantes y ortodoxos). Precisamente, lo que hace la unidad 
interna de los libros que la componen es un valor religioso especial: la inspiración. 
Literatura religiosa es aquella de asunto religioso, mediante la cual el autor habla de 
Dios o con Dios; por ej., La Ilíada, Prometeo encadenado de Esquilo, un auto sacramental, del Siglo de Oro español; la poesía mística de San Juan de la Cruz. 
Literatura inspirada sería aquella por la cual, y a través de la obra de un hombre, Dios 
habla al hombre o se comunica con él. Ejemplos para las respectivas religiones: los Vedas de 
la India, el Corán de los mahometanos, la Biblia.
Cuando el texto trasmite, además, alguna enseñanza que el autor no hubiera podido 
conocer por medios puramente humanos, se dice que es revelado. 
De acuerdo con las consideraciones anteriores, la Biblia es literatura religiosa, y 
hebreos y cristianos la consideran su libro sagrado, inspirado por Dios y vehículo de su 
revelación. 
Las características de esta inspiración y su alcance varían según las diversas religiones, 
pero podríamos encontrar una fórmula común para explicarlas y que fuera aceptable por todos: 
el autor inspirado es el instrumento mediante el cual se expresa Dios a través del tema, 
del género y del estilo, que constituyen el aporte del escritor. Tema, género y. estilo 
reflejan sus características personales y.las que son comunes al género que cultiva y a la 
época en que escribe y que, por tanto, varían de un libro a otro. El autor, a veces, es, 
consciente de esa asistencia divina y lo manifiesta: 
"Díjome entonces: 
Hijo del hombre, ve, llégate a la 
casa de Israel y pronúnciales mis palabras…" (Ezequiel, III-4)
 Pero, la mayoría de las veces, es la autoridad religiosa quien define cuáles libros 
son inspirados y cuáles no, basada en la tradición y mediante criterios propios. Según 
esa misma autoridad, la inspiración supone la inerrancia, es decir, la imposibilidad, para el 
escritor, de errar o equivocarse en la trasmisión del mensaje. 

COMPOSICIÓN – CANON 
La diversidad de criterios para atribuir calidad de inspirados a determinados libros y 
negársela a otros, proviene de diferentes concepciones religiosas, incide en la 
composición de la Biblia y en la selección de los textos que la integran. La gran división 
en Antiguo y Nuevo Testamento se origina en esa diferencia. El AT es considerado como libro inspirado por hebreos y cristianos, mientras que el NT lo es solo por los últimos. En este uso bíblico, la palabra testamento significa alianza. 
Antiguo Testamento significa antigua alianza y fue hecha por Yahvé (Dios) con el 
pueblo hebreo en la persona de Abraham y luego explicitada y ratificada por medio de Moisés, y a ella se alude constantemente en la Biblia. La segunda, .la nueva alianza, fue hecha por Dios con toda la humanidad en la persona de Jesús. Cada Testamento comprende los libros relacionados, de alguna manera, con una u otra. 
Aparte de esta doble agrupación de libros, el concepto de inspiración genera otras 
divisiones, siendo la principal la que los separa según cánones distintos (canon quiere 
decir vara de medir o regla). Metafóricamente, y aplicado a la Biblia, designa el conjunto de 
libros que se consideran inspirados. 
Para el AT existen los cánones llamados de Jerusalem o jerosolimitano y de 
Alejandría, denominados también primero y segundo canon respectivamente y, a partir de 
1566, libros protocanónicos (del primer canon) y deuterocanónicos (del segundo canon) a 
los comprendidos en cada grupo. 
Si bien los hebreos tenían su centro cultural y religioso en Jerusalem, Alejandría era el 
núcleo que agrupaba, habitual o transitoriamente, a la mayor colonia judía de la diáspora2
 es decir, a los que vivían fuera del territorio nacional. Solo en el Templo de Jerusalem, a donde debían ir anualmente, en peregrinación, los israelitas piadosos, se ofrecían sacrificios y se realizaba el culto en todo su esplendor. La vida religiosa cotidiana se mantenía en torno a las sinagogas que eran centros de estudio y de oración, donde se conservaba, en regiones de influencia helenística, la lengua hebrea en la lectura de los textos bíblicos y en la plegaria. 
Llegó, sin embargo, un momento en que las nuevas generaciones de la diáspora ya no estaban capacitadas para comprender la lengua sagrada y; entonces, se procedió a la traducción de los Libros santos al griego. A esta versión se la llama Alejandrina, Septuaginta o de los Setenta.
La ciencia moderna considera que la Septuaginta utilizó traducciones fragmentarias 
anteriores, y que el orden seguido fue el siguiente: primero, traducción de la Ley, la parte más usada en el culto, hecha con mayor cuidado y perfección; segundo, traducción de los Profetas, que le seguía en importancia, hecha con menos exactitud; y por último, versión de los otros libros. 
Los judíos poseían, entonces, dos versiones de la Biblia: una en hebreo y otra en 
griego, siendo utilizada esta última no solo en el extranjero; sino en la misma Jerusalem, 
en las sinagogas reservadas a los hebreos no palestinenses. Ambas versiones difieren 
en el número de libros que comprenden, en el ordenamiento de los mismos y en su 
clasificación; estas divergencias provienen, como ya se ha dicho, del concepto de 
inspiración.
No hay que pensar, cuando se habla de fijación del canon, en una serie de 
condiciones establecidas a priori y a las cuales debe ceñirse un autor para que su obra 
se considere inspirada. El proceso es a la inversa: la tradición religiosa, que distingue un 
libro como sagrado, y el uso del mismo desde antiguo en la predicación y en la liturgia, 
afirman su calidad de inspirado. Luego, tardíamente, en época de dudas y de 
controversias, la autoridad religiosa, tras un serio examen de acuerdo con sus propios y 
especiales criterios, elabora la lista definitiva, basándose en el doble testimonio 
tradicional y litúrgico. Tal lo sucedido en el Sínodo de Jamnia (90-100 d.C.) donde los judíos 
fijaron el canon de libros sagrados de Israel, y en el Concilio de Trento (s. XVI d.C.) donde la 
Iglesia Católica fijó el suyo, usando para el AT la lista de libros aceptados por los judíos de 
Alejandría. 

CANON HEBREO 
Comprende veinticuatro libros clasificados en tres series: Torah (Ley), Nebiim (Profetas) y 
Ketubiim (los otros escritos). El número de veinticuatro es artificioso, pues para obtenerlo se 
agrupan varios libros en uno, lográndose así esa cantidad que corresponde a la de letras en el 
alfabeto hebreo. En las versiones modernas, que distinguen cada libro por su nombre, este 
canon aparece compuesto por treinta y nueve libros. Su ordenamiento es supuestamente 
cronológico, sin rigor excesivo; así, el Libro de Rut se colocaba como apéndice del Libro de 
los Jueces pues la anécdota que narra se ubica en la época de estos últimos. 
La clasificación en Torah, Nebiim y Ketubiim señala una diferencia en importancia, en 
veneración y, tal vez en fecha de incorporación al Libro Santo. La Torah, que comprende el 
Pentateuco fue considerada siempre como la parte sagrada por excelencia y, seguramente, fue la más copiada y, la mejor conservada. Su lectura total se realiza durante el año litúrgico 
hebreo. Desde la época de Moisés y por orden de este, parte de la Torah, si no toda, se 
guardaba junto al arca de la alianza, símbolos ambos del pacto de Dios con su pueblo. Otros 
momentos de la historia judía señalan la renovación o reiteración de esa importancia: en el año 621 a.C., bajo el reinado de Josías, en época de restauración religiosa, se encontró una 
antigua copia de la Ley (se ignora si fue todo el Pentateuco o solo el Deuteronomio (palabra 
griega que significa segunda ley) lo que dio ocasión a festividades especiales, a nuevas copias 
y a una ratificación de su valor en la vida del pueblo. El otro hecho es posterior al destierro y habría acontecido cuando Esdras dirigía la reforma religiosa: según diversas tradiciones de 
variable credibilidad, un consejo o asamblea de sabios presidida por Esdras, o este solo, habría seleccionado, ordenado y clasificado según su importancia y en la forma que han llegado hasta nosotros, todos los libros sagrados. El Sínodo de Jamnia habría revisado, ratificado y completado este canon primitivo, hasta dejado definitivamente clausurado en el siglo II d.C. 
CANON ALEJANDRINO.
Basado probablemente en la selección de Esdras –aunque con variantes en el contenido 
textual– incluyó otros siete libros rechazados posteriormente en el Sínodo de Jamnia como 
apócrifos (en elsentido bíblico significa no sagrado, no inspirado). Dichos libros no se 
conocen sino a través de la versión griega que pudo ser la original pero que, en algún 
caso, fue traducción de un texto hebreo o arameo perdido. Esto influyó, probablemente, 
para su exclusión del canon hebreo. 
El canon alejandrino ordena los libros según su asunto, y los clasifica en Ley, libros 
históricos, libros proféticos, y libros didácticos, sapienciales o poéticos. 
Si tenemos en cuenta ambos cánones, el AT comprende cuarenta y seis libros: los 
treinta y nueve del canon hebreo y los siete que agrega el alejandrino. 
La aparición de Jesús y la vinculación de su doctrina con el AT, incorporaron a la 
Biblia otros veintisiete libros, que forman el Nuevo Testamento. Siguiendo el mismo criterio 
de clasificación del AT, podemos señalar en este libros históricos, proféticos y sapienciales o didácticos.
Al producirse la escisión religiosa que divide a los cristianos en católicos y 
protestantes, cada grupo adoptó un canon distinto para el AT: los protestantes el 
jerosolimitano, y los católicos el alejandrino. De ahí proviene la diferencia más notable de las 
versiones hebreas, católicas y protestantes: 
• los hebreos aceptan solo el AT y, de este, los treinta y nueve libros cuyo origen hebreo está 
probado; 
• los protestantes aceptan esos treinta y nueve libros más los veintisiete del NT; 
• los católicos y ortodoxos admiten, además, los siete libros incluidos en el AT de acuerdo al 
canon alejandrino y rechazados por los hebreos. 
Para los dos primeros grupos, los libros que se añaden son espurios, apócrifos. 
Para los católicos, son apócrifos otros libros de temas semejantes a los bíblicos (como el 
Evangelio de los Hebreos, el Evangelio de los Doce apóstoles, el Evangelio de los Egipcios, el 
Evangelio de Tomás, etc.) que juzgan como no inspirados y, en muchos casos, plagados de 
errores, heréticos y, generalmente, tardíos, es decir, muy posteriores a los hechos que narran. 
 (Tomado y adaptado de: María del Socorro Argenzio, Literatura bíblica) 

1.En el principio creó Dios los cielos y la tierra.
2.La tierra era caos y confusión y oscuridad por encima del abismo, y un viento de Dios aleteaba por encima de las aguas.
3.Dijo Dios: «Haya luz», y hubo luz.
4.Vio Dios que la luz estaba bien, y apartó Dios la luz de la oscuridad;
5.y llamó Dios a la luz «día», y a la oscuridad la llamó «noche». Y atardeció y amaneció: día primero.
6.Dijo Dios: «Haya un firmamento por en medio de las aguas, que las aparte unas de otras.»
7.E hizo Dios el firmamento; y apartó las aguas de por debajo del firmamento, de las aguas de por encima del firmamento. Y así fue.
8.Y llamó Dios al firmamento «cielos». Y atardeció y amaneció: día segundo.
9.Dijo Dios: «Acumúlense las aguas de por debajo del firmamento en un solo conjunto, y déjese ver lo seco»; y así fue.
10.Y llamó Dios a lo seco «tierra», y al conjunto de las aguas lo llamó «mares»; y vio Dios que estaba bien.
11.Dijo Dios: «Produzca la tierra vegetación: hierbas que den semillas y árboles frutales que den fruto, de su especie, con su semilla dentro, sobre la tierra.» Y así fue.
12.La tierra produjo vegetación: hierbas que dan semilla, por sus especies, y árboles que dan fruto con la semilla dentro, por sus especies; y vio Dios que estaban bien.
13.Y atardeció y amaneció: día tercero.
14.Dijo Dios: «Haya luceros en el firmamento celeste, para apartar el día de la noche, y valgan de señales para solemnidades, días y años;
15.y valgan de luceros en el firmamento celeste para alumbrar sobre la tierra.» Y así fue.
16.Hizo Dios los dos luceros mayores; el lucero grande para el dominio del día, y el lucero pequeño para el dominio de la noche, y las estrellas;
17.y púsolos Dios en el firmamento celeste para alumbrar sobre la tierra,
18.y para dominar en el día y en la noche, y para apartar la luz de la oscuridad; y vio Dios que estaba bien.
19.Y atardeció y amaneció: día cuarto.
20.Dijo Dios: «Bullan las aguas de animales vivientes, y aves revoloteen sobre la tierra contra el firmamento celeste.»
21.Y creó Dios los grandes monstruos marinos y todo animal viviente, los que serpean, de los que bullen las aguas por sus especies, y todas las aves aladas por sus especies; y vio Dios que estaba bien;
22.y bendíjolos Dios diciendo: «sed fecundos y multiplicaos, y henchid las aguas en los mares, y las aves crezcan en la tierra.»
23.Y atardeció y amaneció: día quinto.
24.Dijo Dios: «Produzca la tierra animales vivientes de cada especie: bestias, sierpes y alimañas terrestres de cada especie.» Y así fue.
25.Hizo Dios las alimañas terrestres de cada especie, y las bestias de cada especie, y toda sierpe del suelo de cada especie: y vio Dios que estaba bien.
26.Y dijo Dios: «Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra, y manden en los peces del mar y en las aves de los cielos, y en las bestias y en todas las alimañas terrestres, y en todas las sierpes que serpean por la tierra.
27.Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, macho y hembra los creó.
28.Y bendíjolos Dios, y díjoles Dios: «Sed fecundos y multiplicaos y henchid la tierra y sometedla; mandad en los peces del mar y en las aves de los cielos y en todo animal que serpea sobre la tierra.»
29.Dijo Dios: «Ved que os he dado toda hierba de semilla que existe sobre la faz de toda la tierra, así como todo árbol que lleva fruto de semilla; para vosotros será de alimento.
30.Y a todo animal terrestre, y a toda ave de los cielos y a toda sierpe de sobre la tierra, animada de vida, toda la hierba verde les doy de alimento.» Y así fue.
31.Vio Dios cuánto había hecho, y todo estaba muy bien. Y atardecíó y amaneció: día sexto.
1.Concluyéronse, pues, los cielos y la tierra y todo su aparato,
2.y dio por concluida Dios en el séptimo día la labor que había hecho, y cesó en el día séptimo de toda la labor que hiciera.
3.Y bendijo Dios el día séptimo y lo santificó; porque en él cesó Dios de toda la obra creadora que Dios había hecho.
4.Esos fueron los orígenes de los cielos y la tierra, cuando fueron creados. El día en que hizo Yahveh Dios la tierra y los cielos,
5.no había aún en la tierra arbusto alguno del campo, y ninguna hierba del campo había germinado todavía, pues Yahveh Dios no había hecho llover sobre la tierra, ni había hombre que labrara el suelo.
6.Pero un manantial brotaba de la tierra, y regaba toda la superficie del suelo.
7.Entonces Yahveh Dios formó al hombre con polvo del suelo, e insufló en sus narices aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente.
8.Luego plantó Yahveh Dios un jardín en Edén, al oriente, donde colocó al hombre que había formado.
9.Yahveh Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles deleitosos a la vista y buenos para comer, y en medio del jardín, el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal.
10.De Edén salía un río que regaba el jardín, y desde allí se repartía en cuatro brazos.
11.El uno se llama Pisón: es el que rodea todo el país de Javilá, donde hay oro.
12.El oro de aquel país es fino. Allí se encuentra el bedelio y el ónice.
13.El segundo río se llama Guijón: es el que rodea el país de Kus.
14.El tercer río se llama Tigris: es el que corre al oriente de Asur. Y el cuarto río es el Eufrates.
15.Tomó, pues, Yahveh Dios al hombre y le dejó en al jardín de Edén, para que lo labrase y cuidase.
16.Y Dios impuso al hombre este mandamiento: «De cualquier árbol del jardín puedes comer,
17.mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que comieres de él, morirás sin remedio.»
18.Dijo luego Yahveh Dios: «No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada.»
19.Y Yahveh Dios formó del suelo todos los animales del campo y todas las aves del cielo y los llevó ante el hombre para ver cómo los llamaba, y para que cada ser viviente tuviese el nombre que el hombre le diera.
20.El hombre puso nombres a todos los ganados, a las aves del cielo y a todos los animales del campo, mas para el hombre no encontró una ayuda adecuada.
21.Entonces Yahveh Dios hizo caer un profundo sueño sobre el hombre, el cual se durmió. Y le quitó una de las costillas, rellenando el vacío con carne.
22.De la costilla que Yahveh Dios había tomado del hombre formó una mujer y la llevó ante el hombre.
23.Entonces éste exclamó: «Esta vez sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta será llamada mujer, porque del varón ha sido tomada.»
24.Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne.
25.Estaban ambos desnudos, el hombre y su mujer, pero no se avergonzaban uno del otro.
1.La serpiente era el más astuto de todos los animales del campo que Yahveh Dios había hecho. Y dijo a la mujer: «¿Cómo es que Dios os ha dicho: No comáis de ninguno de los árboles del jardín?»
2.Respondió la mujer a la serpiente: «Podemos comer del fruto de los árboles del jardín.
3.Mas del fruto del árbol que está en medio del jardín, ha dicho Dios: No comáis de él, ni lo toquéis, so pena de muerte.»
4.Replicó la serpiente a la mujer: «De ninguna manera moriréis.
5.Es que Dios sabe muy bien que el día en que comiereis de él, se os abrirán los ojos y seréis como dioses, conocedores del bien y del mal.»
6.Y como viese la mujer que el árbol era bueno para comer, apetecible a la vista y excelente para lograr sabiduría, tomó de su fruto y comió, y dio también a su marido, que igualmente comió.
7.Entonces se les abrieron a entrambos los ojos, y se dieron cuenta de que estaban desnudos; y cosiendo hojas de higuera se hicieron unos ceñidores.
8.Oyeron luego el ruido de los pasos de Yahveh Dios que se paseaba por el jardín a la hora de la brisa, y el hombre y su mujer se ocultaron de la vista de Yahveh Dios por entre los árboles del jardín.
9.Yahveh Dios llamó al hombre y le dijo: «¿Dónde estás?»
10.Este contestó: «Te oí andar por el jardín y tuve miedo, porque estoy desnudo; por eso me escondí.»
11.El replicó: «¿Quién te ha hecho ver que estabas desnudo? ¿Has comido acaso del árbol del que te prohibí comer?»
12.Dijo el hombre: «La mujer que me diste por compañera me dio del árbol y comí.»
13.Dijo, pues, Yahveh Dios a la mujer: «¿Por qué lo has hecho?» Y contestó la mujer: «La serpiente me sedujo, y comí.»
14.Entonces Yahveh Dios dijo a la serpiente: «Por haber hecho esto, maldita seas entre todas las bestias y entre todos los animales del campo. Sobre tu vientre caminarás, y polvo comerás todos los días de tu vida.
15.Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje: él te pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañar.»
16.A la mujer le dijo: «Tantas haré tus fatigas cuantos sean tus embarazos: con dolor parirás los hijos. Hacia tu marido irá tu apetencia, y él te dominará.
17.Al hombre le dijo: «Por haber escuchado la voz de tu mujer y comido del árbol del que yo te había prohibido comer, maldito sea el suelo por tu causa: con fatiga sacarás de él el alimento todos los días de tu vida.
18.Espinas y abrojos te producirá, y comerás la hierba del campo.
19.Con el sudor de tu rostro comerás el pan, hasta que vuelvas al suelo, pues de él fuiste tomado. Porque eres polvo y al polvo tornarás.»
20.El hombre llamó a su mujer «Eva», por ser ella la madre de todos los vivientes.
21.Yahveh Dios hizo para el hombre y su mujer túnicas de piel y los vistió.
22.Y dijo Yahveh Dios: «¡He aquí que el hombre ha venido a ser como uno de nosotros, en cuanto a conocer el bien y el mal! Ahora, pues, cuidado, no alargue su mano y tome también del árbol de la vida y comiendo de él viva para siempre.»
23.Y le echó Yahveh Dios del jardín de Edén, para que labrase el suelo de donde habiá sido tomado.
24.Y habiendo expulsado al hombre, puso delante del jardín de Edén querubines, y la llama de espada vibrante, para guardar el camino del árbol de la vida.


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